Cuando el Sol parece transitar Acuario, las cualidades del signo impregnan la materia en forma de calor. Se reinicia la expresión de la mente en latencia, de manera progresiva y en interacción: con Tauro despierta el aspecto mental y con Leo despierta el aspecto magnético. Tauro será la transición y Leo marcará el final del proceso, la síntesis magnética entre opuestos que simpatizan y se atraen naturalmente. De ahí en adelante, la unidad Acuario-Leo estará gobernada por la interacción Júpiter ~ Vulcano.

Los temas iniciados bajo el signo de Acuario traen la impronta de la novedad, de la libertad expresiva y de la función comunitaria como sentido anudado a la acción. Se observa la presencia de redes móviles abiertas para hacer funcionar los elementos en la mayor espontaneidad posible. En estos inicios, el orden puede no estar presente tal como lo observamos en otros procesos pero sí hallamos la sensación de que un determinado conjunto de escenas conforman un cuadro uniforme pleno de diversidad y de creatividad discontinuas.
Luego de tres meses, las cosas se vuelven volátiles. Cualquier chispa podría desatar un incendio y cualquier movimiento de base podría desencadenar un terremoto. En sentido simbólico, el fuego se hace presente y es habitual observar que se produzcan acaloradas discusiones en torno a cómo organizar las cosas y cómo conservar la energía. El caos también puede hacerse presente, un momento ideal para extraer del núcleo todos los recursos latentes que ahora irrumpen de manera explosiva.
A los seis meses de iniciado el tema o asunto en cuestión, el proceso atraviesa su última fase de expresión, en la que finaliza un ciclo como ocurre con todas las energías del Zodíaco. En principio, ocurre una mirada retrospectiva que apunta a redefinir las individualidades del conjunto, como si se tratara de un retorno hacia los orígenes: el ciclo se reinicia y ocurre una nueva apuesta en torno a la originalidad de cada elemento, una nueva vuelta de la espiral. El final del proceso es un claro ejemplo de transmutación extrema, y el movimiento parece que se autoimpulsa tanto en lo personal como en lo colectivo. Con estas adquisiciones, Acuario se integra a Leo y así forman una unidad magnética: una apertura que lleva a diseminarse y la experiencia de estar en todos lados y en ninguna parte.
©Julia Pérez Bustamante | Todos los derechos reservados