La energía ha cristalizado con la tendencia a exaltar los recursos materiales y el placer de los sentidos físicos, en un movimiento que se potencia a medida que se despliega. Esta modalidad de crecimiento no sólo resulta práctica sino también productiva para la experiencia emocional y física, la que parece no agotarse cuanto más se la atraviesa.
Se trata de una posición particularmente sensible a las pautas kármicas y a la energía emocional en general, aspectos que parecen otorgar motivos para las transformaciones cuando aún las experiencias físicas y afectivas del presente permanecieran fértiles, ya hubieran brindado sus frutos o la experiencia se hubiera agotado.
En todo caso, los cambios de vibración se relacionan con los distintos modos de establecer la nutrición bio-emocional, es decir, con la capacidad de dejar atrás el pasado de acuerdo con las tendencias kármicas de la configuración y que serán captadas, principalmente, a través de la energía mental. De esta manera, los contactos físicos y emocionales con el mundo de las estructuras se modifican desde la sensibilidad mental hacia los cambios de índole kármica, aunque la discriminación y síntesis de ideas generarán una experiencia acorde a los mismos (no disociada) e igualmente exaltada.
Este tipo de karma lunar se agota en función de la sensibilidad desarrollada, ya que las modificaciones en la vida emocional y en las actividades físicas y económicas surgen desde la captación intuitiva de corrientes kármicas, captación que podría llegar a perderse si la conciencia se enfoca mayormente en el placer y el dolor sensoriales.
©Julia Pérez Bustamante | Todos los derechos reservados